Bayek (y su águila Senu) es el protagonista de Assassin's Creed: Origins, el regreso de la franquicia de acción en mundo abierto de Ubisoft tras su merecido descanso en el 2016. El videojuego ha sido desarrollado por el equipo tras el estupendo Assassin's Creed IV: Black Flag, y observa esta vez abundantes cambios jugables, con una experiencia jugable más centrada en la naturaleza y con un cuidado e histórico retrato del antiguo Egipto ambientado, exactamente, en el año 50 a.C, bajo el reinado de la emblemática Cleopatra, donde se tratará los orígenes de la Hermandad. La aventura garantiza entornos desérticos, fluviales con el río Nilo como lugar destacado, así como ciudades con abundantes templos, pirámides y monumentos como Menfis o Alejandría. Por supuesto tampoco faltan las figuras históricas que tanto han caracterizado a la saga de acción y aventuras: a la ya mencionada Cleopatra se unen también otros personajes como Julio César o el faraón Ptolomeo XIII, que protagonizan abundantes intrigas palaciegas de las que tomamos partido.
Assassins Creed Origins (ACO) ha contado con una labor de desarrollo de cuatro años, así como un camino donde ha ido sumando coqueteos con la progresión y los elementos roleros, así como aumentado las posibilidades de movimiento con la opción de bucear para encontrar algunos secretos de su modo historia, que se encontrarán bajo las aguas. Las opciones de combate, así mismo, crecen de igual forma puesto que además de las habituales alternativas cuerpo a cuerpo, el héroe Bayek (que no es el único protagonista) cuenta con un escudo y un arco para defenderse, y una mecánica de lucha completamente remozada. Para completar la propuesta de Assassins Creed Origins, también se dispone de caballos y camellos como medios de transporte, además de barcos, así como una naturaleza rica en otros animales como peligrosos leones, hipopótamos, elefantes o cocodrilos.